4 de diciembre de 2016

Las Mujeres de las FARC

Es el nombre del documental realizado por Mauricio Acosta y estrenado el pasado 26 de noviembre por National Geografic.

El documental nos abre la puerta a lo que son las mujeres que han sido parte de esta guerrilla durante 52 años de guerra. Cuenta con testimonios de varias guerrilleras que se encuentran pre-concetradas con el resto de sus compañeros en los Llanos del Yarí, de dos desmovilizadas, de Clara Rojas secuestrada durante 6 años por esta guerrilla y de María Emma Wills, asesora de la dirección general del Centro Nacional de Memoria Histórica.

Es un primer paso para conocer a estas mujeres desde su óptica, para empezar a desbaratar mitos y cuestionar nuestras creencias cimentadas a lo largo de estos años sobre la información o desinformación transmitida por los medios de comunicación tradicionales propiedad del Estado o del establecimiento contra el que se ha librado esta guerra. A través de ellos, el público en general solo supo de ellas cuando se habló de la ferocidad de Karina, la guerrillera por la que el gobierno de Uribe pagaba 1.500 millones de pesos y que finalmente desertó en el 2008, y cuando se relatan los abusos cometidos contra las guerrilleras, como el aborto y esterilización forzados o esclavitud sexual.

La primera impresión es confirmar que el 40% de integrantes de esa guerrilla son mujeres, y ese hecho basta para preguntarnos por las razones que tuvieron para incorporarse a esa organización y qué clase de sociedad es ésta, donde gran número de mujeres optaron por ir a los frentes de batalla. 

En el documental no se evidencia que ellas se convirtieran en guerrilleras a la fuerza. Tomaron esta opción porque era mejor que la vida que llevaban en el campo, en veredas apartadas, sin estudio, en situación de pobreza y sin esperanzas de una vida mejor. Entraron muy jóvenes, casi niñas a la guerrilla, y en los campamentos estudiaron, se entrenaron para el combate, aprendieron diversos oficios, y ellas y sus familias sienten que allí progresaron. 

Todo lo que se nos revela sorprende, pero en especial la cantidad de tiempo que llevan en la guerrilla, 32, 30, 28, 22, 8 años, y la relación que tienen con su fusil. Este ha sido para muchas de ellas su primer juguete, su mejor amigo, su compañero inseparable, quien les da seguridad y quien las defiende ante cualquier adversidad. ¿Qué podrán sentir cuando empiece el desarme? ¿Quién reemplazará ese fusil para llenar sus soledades?  ¿Quién les protegerá su vida?



El documental nos reafirma algo que la sociedad, a pesar de sus prejuicios, debe aceptar. Ellas son mujeres como cualquier colombiana, campesinas en su mayoría, con sueños de estudiar, trabajar y tener una familia como todas, que les gusta arreglarse como cualquier mujer, que se enamoran, que añoran a su familia, que han sufrido la pérdida de sus compañeros y que son conscientes de que sus enemigos en la guerra son colombianos como ellas por los que sienten la misma compasión que los demás seres humanos.     

Eso sí, se diferencian de muchas colombianas, además de haber sido combatientes con todo lo que ello implica, en su formación política y en su ideología. Con ocasión de los diálogos en La Habana abrieron su propia página web denominada Mujeres Farianas, un buen sitio para conocer su postura política y seguir descubriendo que tenemos más cosas en común con ellas de lo que nos imaginamos. Al fin y al cabo, todas somos mujeres. 

Las mujeres de las FARC piensan que caben en esta sociedad y que pueden aportar para hacer de este un país mejor. Si también queremos ese país mejor es esencial generar todas las condiciones para darles la razón. 

Y creer en la necesidad de su inclusión no es una postura política por compartir lo firmado en los Acuerdos de la Habana, es una decisión que trasciende nuestras fronteras. Colombia, en su calidad de Estado miembro de la ONU, está comprometida con los Objetivos de Desarrollo Sostenible -ODS- y la agenda 2030 fijada por la Asamblea General, y ello significa que debemos hacer realidad los derechos humanos de todas las personas, y alcanzar la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas. En este marco de los ODS, los Estados se comprometen a redoblar los esfuerzos para apoyar a los países que salen de un conflicto, incluso velando porque las mujeres desempeñen su papel en la consolidación de la paz y en la construcción del Estado. Si no abrimos los espacios para reintegrar a la sociedad a estas mujeres que vienen de la guerra iremos en contravía de nuestros compromisos.

Pero además de nuestras obligaciones como país en el concierto internacional, luego de ver el documental, más que nunca sentimos que es nuestra obligación abrir nuestras mentes y nuestros corazones, para ponernos en los zapatos de estas mujeres que están próximas a la dejación de armas y se alistan para reintegrarse a la vida civil. Debemos oírlas, recibirlas, acompañarlas, protegerlas e integrarlas a nuestra sociedad con el convencimiento que lo que se construye desde la diferencia es indestructible. 


Margarita Obregón






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