4 de diciembre de 2016

Las Mujeres de las FARC

Es el nombre del documental realizado por Mauricio Acosta y estrenado el pasado 26 de noviembre por National Geografic.

El documental nos abre la puerta a lo que son las mujeres que han sido parte de esta guerrilla durante 52 años de guerra. Cuenta con testimonios de varias guerrilleras que se encuentran pre-concetradas con el resto de sus compañeros en los Llanos del Yarí, de dos desmovilizadas, de Clara Rojas secuestrada durante 6 años por esta guerrilla y de María Emma Wills, asesora de la dirección general del Centro Nacional de Memoria Histórica.

Es un primer paso para conocer a estas mujeres desde su óptica, para empezar a desbaratar mitos y cuestionar nuestras creencias cimentadas a lo largo de estos años sobre la información o desinformación transmitida por los medios de comunicación tradicionales propiedad del Estado o del establecimiento contra el que se ha librado esta guerra. A través de ellos, el público en general solo supo de ellas cuando se habló de la ferocidad de Karina, la guerrillera por la que el gobierno de Uribe pagaba 1.500 millones de pesos y que finalmente desertó en el 2008, y cuando se relatan los abusos cometidos contra las guerrilleras, como el aborto y esterilización forzados o esclavitud sexual.

La primera impresión es confirmar que el 40% de integrantes de esa guerrilla son mujeres, y ese hecho basta para preguntarnos por las razones que tuvieron para incorporarse a esa organización y qué clase de sociedad es ésta, donde gran número de mujeres optaron por ir a los frentes de batalla. 

En el documental no se evidencia que ellas se convirtieran en guerrilleras a la fuerza. Tomaron esta opción porque era mejor que la vida que llevaban en el campo, en veredas apartadas, sin estudio, en situación de pobreza y sin esperanzas de una vida mejor. Entraron muy jóvenes, casi niñas a la guerrilla, y en los campamentos estudiaron, se entrenaron para el combate, aprendieron diversos oficios, y ellas y sus familias sienten que allí progresaron. 

Todo lo que se nos revela sorprende, pero en especial la cantidad de tiempo que llevan en la guerrilla, 32, 30, 28, 22, 8 años, y la relación que tienen con su fusil. Este ha sido para muchas de ellas su primer juguete, su mejor amigo, su compañero inseparable, quien les da seguridad y quien las defiende ante cualquier adversidad. ¿Qué podrán sentir cuando empiece el desarme? ¿Quién reemplazará ese fusil para llenar sus soledades?  ¿Quién les protegerá su vida?



El documental nos reafirma algo que la sociedad, a pesar de sus prejuicios, debe aceptar. Ellas son mujeres como cualquier colombiana, campesinas en su mayoría, con sueños de estudiar, trabajar y tener una familia como todas, que les gusta arreglarse como cualquier mujer, que se enamoran, que añoran a su familia, que han sufrido la pérdida de sus compañeros y que son conscientes de que sus enemigos en la guerra son colombianos como ellas por los que sienten la misma compasión que los demás seres humanos.     

Eso sí, se diferencian de muchas colombianas, además de haber sido combatientes con todo lo que ello implica, en su formación política y en su ideología. Con ocasión de los diálogos en La Habana abrieron su propia página web denominada Mujeres Farianas, un buen sitio para conocer su postura política y seguir descubriendo que tenemos más cosas en común con ellas de lo que nos imaginamos. Al fin y al cabo, todas somos mujeres. 

Las mujeres de las FARC piensan que caben en esta sociedad y que pueden aportar para hacer de este un país mejor. Si también queremos ese país mejor es esencial generar todas las condiciones para darles la razón. 

Y creer en la necesidad de su inclusión no es una postura política por compartir lo firmado en los Acuerdos de la Habana, es una decisión que trasciende nuestras fronteras. Colombia, en su calidad de Estado miembro de la ONU, está comprometida con los Objetivos de Desarrollo Sostenible -ODS- y la agenda 2030 fijada por la Asamblea General, y ello significa que debemos hacer realidad los derechos humanos de todas las personas, y alcanzar la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas. En este marco de los ODS, los Estados se comprometen a redoblar los esfuerzos para apoyar a los países que salen de un conflicto, incluso velando porque las mujeres desempeñen su papel en la consolidación de la paz y en la construcción del Estado. Si no abrimos los espacios para reintegrar a la sociedad a estas mujeres que vienen de la guerra iremos en contravía de nuestros compromisos.

Pero además de nuestras obligaciones como país en el concierto internacional, luego de ver el documental, más que nunca sentimos que es nuestra obligación abrir nuestras mentes y nuestros corazones, para ponernos en los zapatos de estas mujeres que están próximas a la dejación de armas y se alistan para reintegrarse a la vida civil. Debemos oírlas, recibirlas, acompañarlas, protegerlas e integrarlas a nuestra sociedad con el convencimiento que lo que se construye desde la diferencia es indestructible. 


Margarita Obregón






19 de noviembre de 2016

Hasta siempre Leonard Cohen

Sin lugar a dudas, la muerte de un grande, nos hace reflexionar acerca del sentido de nuestra vida y de aquello que le da razón de ser a nuestra existencia.

Y es que esos seres humanos que van dejando huella, que trascienden, que les basta una melodía, un poema, un pensamiento, para hacer de este un mundo mejor, curiosamente, para muchos, comienzan a existir cuando mueren. Y su muerte se vuelve el motivo y punto de partida para conocerlos, no solo a través de su legado sino en toda su dimensión, para luego convertirse en sus referentes.

Y es el caso de Leonard Cohen, el escritor, poeta y cantautor, judío canadiense, quien falleció la semana pasada a sus 82 años. Su muerte nos causó un gran pesar pero es ella precisamente la que nos provoca la necesidad de ahondar en su prolífica obra o la curiosidad de descubrirlo; no me cabe duda que a quienes lo desconocían, les bastará oír una de sus interpretaciones, para quedar fascinados con su grave y profunda voz que pareciera salir de sus más hondos sentimientos, y con deseos de conocer todo su legado.



Y descubrirán entonces que Cohen nació el 21 de septiembre de 1934 en Montreal, donde estudió música y poesía, aprendió a tocar guitarra, y que siendo adolescente escribió las primeras letras de sus poemas y canciones. Que a sus 21 años editó su primer libro de poesía, Let Us to Compare Mythologies, y que vivió 7 años en la isla griega de Hydra, donde escribió Flores para Hitler, y sus novelas, El Juego Favorito y Bellos Perdedores, la cual le valió que el Boston Globe expresara: James Joyce no ha muerto. Está viviendo en Montreal bajo el nombre de Cohen.



También averiguarán que en 1967 regresó a Estados Unidos para establecerse cerca de Nashville donde obtuvo el éxito con su canción Suzzane y luego de aparecer en el festival de Newport Folk, lanzó su primer álbum Songs of Leonard Cohen. 

Encontrarán que Cohen fue, junto con Bob Dylan y Paul Simon, uno de los músicos más influyentes de la generación de los años sesenta y setenta, por su mágica voz, sus maravillosas letras dedicadas al amor, la religión, el sexo, reflexiones existenciales y espirituales, y por ser un poeta extraordinario.

Les extrañará saber que en 1969 rechazó el máximo galardón literario del gobierno canadiense, por considerar que él era un poeta que cantaba sus poemas y eso le daba una ventaja sobre los demás que solo escribían sus versos y necesitaban que la gente se sentara a leerlos.

Se darán cuenta que en el 2011 si recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y se conmoverán al oír su discurso de agradecimiento en el que contó la influencia que recibió de un joven guitarrista español que en pocos días le enseñó los acordes que determinaron por siempre la forma de interpretar su música y la importancia de García Lorca en su vida y obra.



Se impresionarán al saber que el pasado 21 de octubre, lanzó su último disco You Want It Darker, calificado como su despedida y de la noruega Marianne C. Stang Jensen Ihlen, con quien vivió durante su estadía en Grecia, y quien falleció en junio pasado. Y se estremecerán al saber que días antes, frente a su avanzada enfermedad Cohen le escribió por correo electrónico:

Bueno Marianne, ha llegado ese momento en que somos realmente tan viejos y nuestros cuerpos se descomponen y pienso que seguiré tus pasos muy pronto. Quiero que sepas que estoy tan cerca detrás tuyo que si estiras tu mano creo que alcanzarás la mía. Y sabes que siempre te quise por tu belleza y tu inteligencia, pero no necesito decir nada más porque sé bien que estás al tanto de todo. Ahora, sólo quiero desearte un buen viaje. Adiós querida amiga. Amor infinito, te veré en el camino.

Esperemos que vidas como la de Leonard Cohen, nos inspiren para encontrar una forma de trascender, así sea solo en nuestra “pequeña familia” y de esa manera darle sentido a nuestra existencia.


Margarita Obregón







     

29 de octubre de 2016

Por sus ídolos los conoceréis

Definitivamente, el resultado del plebiscito, nos dio una dosis de realidad, y nos recordó, en qué contexto nos movemos, cuál es el país que tenemos, y quienes detentan el poder.


De los votantes registrados, 18.42% dijeron NO a los Acuerdos de la Habana, 18.27% dijimos SI, y el 63.31% no acudió a las urnas.

Entre los votantes del NO, se encontraban todas las vertientes. Los movidos por sus mezquinos intereses personales y que están convencidos que el fin justifica los medios con tal de defenderlos; los de los miedos legítimos cifrados en su propia experiencia, los desinformados y los ignorantes en toda la extensión de la palabra, a quienes sin vergüenza y ufanándose de ello, manipularon los cerebros del Todo Vale.  

Quienes votamos SI, le creímos a Humberto de la Calle cuando nos dijo que ese fue el mejor acuerdo posible, y además vemos con urgencia que se termine esta guerra que ha dejado 8 millones de víctimas, con 6 millones de desplazados, 265 mil muertos, 100 mil desaparecidos y 3 mil falsos positivos.

Y la mayoría, que simplemente le dijeron al gobierno y a las FARC que hicieran lo que les viniera en gana.

Y aquí estamos, desconcertados, con un futuro incierto y con la violencia acechándonos, tan divididos y radicalizados como en Venezuela pues los de siempre nos indujeron a que saliéramos a votar “berracos”.

Por ello, impleméntense o no los acuerdos, hoy más que nunca se necesita la participación política de la ciudadanía en los destinos del país. Decir que detestamos la política porque la confundimos con los politiqueros, que somos apolíticos y sentirnos orgullosos de ello, es una solemne tontería que nos ha llevado a ser engañados por los de siempre.

El plebiscito se ha leído como la primera etapa de las elecciones presidenciales del 2018 y ante el sombrío panorama, se requieren cultura y conciencia política para decidir el modelo de país que queremos. Y tener claro que cuando apoyamos un candidato, aprobamos no solo sus formas sino sobre todo su ideología y sus prácticas políticas.

Hoy en Colombia existen dos modelos de país irreconciliables, porque llevan consigo una escala de valores opuesta, entre los cuales se escoge cuando se apoya a sus líderes.

De un lado está lo que llamaríamos el modelo RCN, encarnado principalmente por la Gurisatti y sus amados ídolos políticos, conocidos por ser patrocinadores de la cultura de las narconovelas, expertos en manipulación, en distorsionar la historia incentivando un infinito odio hacia las guerrillas pero la benevolencia hacia los paramilitares pues les importa un pito la verdad y el sufrimiento de las víctimas; de doble moral, fundamentalistas y ortodoxos en su ultraderecha; fascinados con el uso de la fuerza, viven de incitar al odio, la homofobia, la intolerancia y de explotar los bajos instintos de los seres humanos, porque al fin y al cabo esto que es Colombia, es para ellos un negocio de familia.

Y está el otro modelo que llamaríamos progresista, de los que no nos resignamos, de los que anhelamos el fin de la guerra, que creemos que los problemas de fondo son la desigualdad y la exclusión que causan la violencia, y que para ello se requieren reformas urgentes dentro de un Estado laico, diverso e incluyente. Reconocemos que aquí si hubo guerra y que necesitamos reparar las víctimas y reconstruir la memoria histórica para garantizar la no repetición de todo el horror sufrido. Creemos en el perdón y en la reconciliación y vemos inaplazable la reincorporación social de los que vienen o han estado en medio de la guerra y quieren realizar sus mínimos sueños de estudiar y trabajar para sacar adelante a sus familias, como cualquier colombiano.

Ya no se trata del SI o del NO, o si se quedó en su casa el pasado 2 de octubre. Se trata de ser conscientes de las decisiones que tomamos, los candidatos que apoyamos y el modelo de país que ellos encarnan. Porque sus acciones, sus aciertos y sus desaciertos, y por sobre todo sus fechorías y crímenes también nos comprometen.

Margarita Obregón


27 de agosto de 2016

Todos tenemos miedo

Con la firma de los acuerdos finales entre el gobierno y las FARC ha empezado la cuenta regresiva para votar SI o NO a la paz, una decisión trascendental que definirá el destino de todos los colombianos.



Con el convencimiento del SI a la paz, he querido entender las motivaciones de aquellos que dicen NO. El denominador común, sin duda, el miedo.

Miedo a que las FARC no dejen sus armas, y persistan el secuestro, la muerte, las violaciones, la extorsión, que se produjeron durante la guerra. Miedo con razón para quienes fueron sus víctimas. Solo hechos y datos pueden disipar ese miedo. Las cifras oficiales dan cuenta de una disminución significativa de estos estos flagelos desde el cese al fuego. De igual manera cuando se pactó la desmovilización del M19, surgieron las mismas dudas y el país puede observar, luego de 26 años, sus resultados.

Miedo a que los acuerdos signifiquen la entrega del país a un gobierno de izquierda y nos volvamos como la Venezuela que nos vende Noticias RCN. Este miedo se quita informándonos mejor, leyendo acerca de lo que es nuestro país, nuestra historia, nuestra clase política y un tris de ciencia política. Juan Manuel Santos es derechista, neoliberal y así ha actuado en sus dos gobiernos, y lo es por familia, y por convicción económica y política y no hizo ni hará concesiones a la izquierda.

Las FARC con 10 curules en el Congreso, frente a 102 senadores y 166 representantes, no podrán imponer su pensamiento. Y si tuvieran poder de decisión, podrían traer ideas nuevas, interesantes. Recordemos que la Constitución de 1991 vigente, fue producto de una Asamblea Nacional Constituyente que contó con amplia participación de exguerrilleros del M19, quienes contribuyeron con su pensamiento.

Además, en un país católico y conservador como Colombia está lejano el día en que la izquierda llegue al poder. Y si así fuera, ya sabemos lo que ello significa pues hemos tenido alcaldes exguerrilleros, en Bogotá, Pasto, Cali, por ejemplo, con experiencias muy buenas, regulares y malas, nada diferente a otros partidos. También diversos países han tenido gobiernos de izquierda como Suecia, España, Italia, Brasil, Uruguay, sin que ello haya significado el caos o su ruina.

Y si el miedo aún no se disipa, basta oír testimonios de las víctimas y de sus familias, comprometidos con el SÍ, porque no quieren que su historia se repita. Son muchos, y para citar solo un ejemplo, pueden leer el conmovedor post en Facebook publicado por Juan Camilo Acevedo el pasado 25 de agosto, sobre el secuestro y muerte de su tío, irrebatible en sentimiento y en argumentos.

De otro lado, las FARC también tienen miedo de ser exterminados como la UP, que la Mano Negra reaparezca para sabotear todo el proceso y que no se cumpla lo acordado. Ellos, al firmar los acuerdos, están confiando en esta sociedad.

Quienes nos decidimos por el SI, también tenemos nuestros miedos, pero le apostamos a la esperanza de que lo propuesto en lo acordado nos transforme en una sociedad más justa, más diversa e igualitaria y que esos privilegios a los que algunos hemos tenido acceso se extiendan a toda la sociedad. Definitivamente no queremos seguir igual porque estamos seguros que si no erradicamos los males que nos aquejan, ellos sí destruirán nuestra sociedad.



Y vienen nuestras preguntas y las dudas ¿Y después de Santos quién? ¿El vicepresidente que es parte del gobierno pero hace 5 días no conocía los acuerdos? ¿El mismo que descaradamente se hace publicidad para él y para su partido con los programas de este gobierno y que pagamos todos los colombianos? ¿O será alguno del Centro Democrático que ya anunció que si ganan las elecciones del 2018 revocarían los acuerdos?

 ¡Qué miedo!


Para enfrentarlo solo nos queda asumir nuestra responsabilidad como ciudadanos, votar en el plebiscito entendiendo que ese día como nunca antes se define nuestro futuro, entre la paz y la guerra, sin llamarnos a engaños, y escoger en el 2018 con el mismo cuidado a quien le corresponda implementar los acuerdos.   


Margarita Obregón





14 de agosto de 2016

Las tenebrosas marchas

Con estupor presenciamos esta semana cómo las manifestaciones convocadas para “defender la familia” ante la “amenaza” de la cartilla que pretende prevenir la discriminación que sufren los niños con orientación sexual diferente, se convirtieron de manera inexplicable en las marchas del odio.


Pero claro, ahí estaban sus patrocinadores, los de siempre. Los del no, lo que se resisten a terminar la guerra, los que solo aceptan el exterminio de sus opositores, y hablan de desaparecer a Santos. Los que se oponen a la restitución de tierras, los que odian a los de izquierda que etiquetan como terroristas. Los que para solucionar cualquier problema solo tiene como estrategia las medidas represivas y el uso de la fuerza. Los que tiran piedra a los Uber, los que incitan a la violencia en los estadios, los del todo vale, los de la cultura traqueta. Los que se infiltran en las manifestaciones legítimas para hacernos creer que todos piensan como ellos, y convierten estos días de paz y reconciliación en días de odio.

Y desde luego los homofóbicos con su ignorancia rampante, con sus retorcidos pensamientos ante la diversidad de género, con su odio ante todo aquello que no pueden controlar y su irrespeto por aquel que piense y viva diferente. 

Y también estaban esos, los de la doble moral, los que van a misa todos los días, pero que son incapaces de perdonar y son enemigos de “esta paz” sin dar argumentos ni escuchar razones. Los curas que se hicieron los de la vista gorda ante sus compañeros pedófilos, pero ahora, contrariando al papa Francisco, en la caverna y con la inquisición revivida, censuran la diversidad sexual, en un mundo que lucha para que todos los seres humanos sin distingo de raza, religión u orientación sexual tengamos una vida digna. Los que gritan NO MAS FARC pero que ni se inmutaron ante los falsos positivos, las torturas con motosierras, las masacres de los paramilitares y nunca se preguntaron ni les importó si estos pagaron cárcel por sus crímenes o si tenían o no curules en el Congreso, pero ahora les resulta indignante lo pactado en la Habana, porque piden “paz sin impunidad”.

Y también estaban los que legítimamente ejercían su derecho a la protesta, los que genuinamente temen por sus hijos, por su educación, por el futuro de su familia, manipulados y desinformados, víctimas de los avivatos que no dejan escapar oportunidad para aterrorizarlos con sus mentiras, para que nada cambie.

Confirmamos en esas marchas la existencia de una sociedad en decadencia, que asusta por la violencia, por los valores trastocados, porque vimos odio hasta con sus hijos y supimos que son capaces de todo.



Y preguntamos ¿Esta es nuestra cultura? ¿Quién la forjó? ¿Nuestros líderes? ¿Los medios de comunicación? ¿No son ellos los formadores de opinión? Tantas preguntas sin respuestas, señalamientos por doquier y ningún mea culpa.

Como un rayo de luz, luego de las tenebrosas marchas, aparecieron muchas voces en contra de sus manifestaciones.  Y esos somos la otra Colombia. 

Los que no queremos odiar, los que queremos perdonar, los que queremos un país diferente, diverso, incluyente, con igualdad social. Los que añoramos desde siempre la libertad, igualdad y fraternidad para todos los colombianos, conquistada por los franceses desde 1789 para toda la humanidad. Los que creemos en la juventud, los que soñamos un país que aproveche las nuevas tecnologías para campo y ciudades, que aproveche lo mejor de la economía colaborativa, del internet, de las redes sociales, para lograr nuestro desarrollo económico y humano. 

Somos los que tenemos esperanza en el cambio, los que sabemos que lograr la paz con las FARC es el primer paso de un largo camino y aun así le apostamos a la esperanza.

Ojalá que ante el desconsuelo que dejan esas marchas, respondamos estos otros, diciéndole masivamente SI a la paz, no para apoyar al presidente de turno si no para decirle si al sueño de un país mejor para nuestros hijos y nietos, y manifestarle al mundo que los colombianos le decimos no al odio, a la intolerancia y a la exclusión.




Margarita Obregón


16 de julio de 2016

La inútil lucha contra las drogas ilícitas

Conocido el informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito -UNODC- señalando que los cultivos de coca en Colombia se han duplicado en los últimos dos años hasta alcanzar las 96 mil hectáreas, se anuncia desde ya el debate en el Congreso al Ministro de Defensa.


Para desilusión de todos, el debate se centrará en los mecanismos de erradicación de los cultivos ilícitos y su efectividad y ya imaginamos que los citantes se irán lanza en ristre contra la decisión del gobierno de suspender la fumigación aérea con glifosato, luego de una larga lucha librada por las comunidades que sufrían los efectos de este herbicida y que solo se canceló después de que la OMS indicó que el uso de esta sustancia tiene efectos probablemente cancerígenos sobre los seres humanos.

El Congreso no debatirá las verdaderas causas del aumento de las áreas sembradas con coca, ni la política antidrogas, que es el fondo del asunto, ni surgirá de allí un acompañamiento del legislativo al gobierno para fortalecer institucional y presupuestalmente las entidades encargadas de la sustitución de cultivos, como debiera ser, y suponemos que se limitarán a pedir más represión como siempre sucede con los grandes problemas que nos aquejan a los colombianos.

Y es que nos dedicamos a señalarnos unos a otros, y olvidamos lo elemental de un problema tan complejo: aquí lo que cuenta son las leyes del mercado y ellas explican que el aumento de estos cultivos se origina en el aumento de la demanda por parte de consumidores pues el número de adictos sube no solo Estados Unidos, principal consumidor, si no en Colombia donde el consumo y el tráfico interno han aumentado sustancialmente.   

Acabar con la demanda mundial es un imposible y disminuirla solo se logrará con la legalización de la droga. Se sabe que todos los males que acarrea el lucrativo narcotráfico provienen de su prohibición, y la corrupción, muerte y desolación que se derivan de él solo se acabarán cuando se legalice el negocio maldito. Pero Estados Unidos parece olvidar la experiencia vivida con la Ley Seca durante 13 años (1920-1933) en los cuales se prohibió el alcohol, y sin embargo continuó siendo producido e importado de forma clandestina, provocando un auge considerable del crimen organizado.


Por ello desconsuela ver como los norteamericanos siguen empeñados en su fracasada estrategia global de lucha contra las drogas, que tenía como objetivo un mundo libre de ellas (en lugar de concentrar sus batallas por un mundo libre de pobreza) a costa de nuestros esfuerzos, nuestros recursos y nuestros muertos. Los réditos y los intereses detrás de este negocio tienen que ser inmensos para que sigan empecinados en su inútil lucha.

Colombia ya empezó a dar el debate en la sesión extraordinaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrada en abril pasado, para que sus miembros acepten darle un giro a este tema y lo aborden desde la óptica de derechos humanos y salud pública teniendo en cuenta que los métodos represivos y de penalización han fracasado, pero sabemos que el camino para la legalización será largo y aislados no podemos tomar esa medida.

Con el nuevo enfoque planteado por el gobierno es urgente que toda la sociedad se apropie del mismo, y empecemos a exigir y apoyar el fortalecimiento de los programas de prevención, tratamiento y rehabilitación de los adictos.

Así mismo y con la misma urgencia se requiere dar solución a las 75 mil familias que viven del cultivo de coca y a los territorios donde ello ocurre para que tengan opciones sostenibles y rentables, que les dignifique su vida y los motiven a sustituir voluntariamente estos cultivos, no tanto por su ilegalidad, si no por la deforestación y erosión de los suelos que deja esta siembra, y tampoco se conviertan en presa fácil de la minería ilegal.

El gobierno ya ha iniciado varios programas en las zonas afectadas, pero para lograr resultados sostenibles, se requiere el esfuerzo tripartida y articulado de Estado local y nacional, empresa privada y sociedad civil pues el atraso y olvido del campo colombiano es una deuda imperdonable a cargo de todos.

Los acuerdos de la Habana denominados Política de Desarrollo Agrario Integral y Solución al Problema de las Drogas Ilícitas, constituyen principios de solución que todos los colombianos deberíamos conocer y apoyar si queremos un campo próspero, campesinos que vuelvan a su tierra a realizar los sueños truncados en lugar de deambular entre inhóspitas ciudades y todos podamos disfrutar sin miedo y en libertad de nuestros bosques, montañas, ríos y valles.  


Margarita Obregón








25 de junio de 2016

El último día de la guerra

La firma del acuerdo de cese al fuego bilateral entre el Gobierno y la Farc, no puede más que producirnos alivio, alegría y una incontrolable esperanza.


Saber que el jueves 23 de junio de 2016 fue el último día de la guerra con las Farc ha hecho que gran número de colombianos, sin distingos de partido, sintamos que ese derecho fundamental que es la paz, es un bien supremo que nos pertenece a todos y debemos luchar por su consecución y consolidación.

Con el fin de este conflicto el país tendrá que enfrentar sus problemas reales que causaron esta y todas las guerras:  la pobreza, la desigualdad social, la exclusión, la intolerancia, los antivalores fundamentados en la prevalencia de lo económico por sobre todas las cosas, en una sociedad arribista y de doble moral apegada al dinero fácil, como el mejor abono para la corrupción.

Es claro que este cese al fuego es el punto de partida. Consolidar e implementar los acuerdos será un camino largo y difícil que todos debemos vigilar y cuidar. Lo difícil no será que las FARC cumplan, lo complicado es que como sociedad les cumplamos, que respetemos la vida de los desmovilizados, que no repitamos un extermino como el de la Unión Patriótica, que les demos oportunidades y que se puedan reintegrar a la sociedad sin que tengan razones para volver a la guerra.

La primera tarea será atender a las víctimas que han reclamado una y otra vez verdad, justicia y reparación. La mayoría está dispuesta a perdonar, la venganza no las motiva y han dicho que la cárcel de sus victimarios no es su objetivo primordial si no la verdad de lo ocurrido, identificar a los verdaderos culpables.

Tendremos que empezar por contar esas historias de la guerra desde las aulas de clase y en todos los escenarios posibles, para que jamás se repita y para que nuestros hijos y nietos desde temprana edad aprendan que la vida es sagrada, que deben respetar las diferencias, y que se entrenen en el arte de escuchar y de perdonar, y en decir muchas y repetidas veces frente a su interlocutor “si, usted tiene razón”, sin que ello signifique una derrota.

Por fortuna la reconstrucción de esta historia ya se ha iniciado con el liderazgo del Centro de Memoria Histórica cuyo trabajo todos deberíamos conocer.

Y como paz se traduce en justicia social tendremos que conseguirla para que no se convierta en vana ilusión. Y para ello se requiere una construcción colectiva del país que soñamos, con la participación de los gobiernos nacionales y locales, de todos los partidos políticos, de los empresarios, de los medios de comunicación, de las organizaciones de la sociedad civil, de las comunidades y de todos y cada uno de los ciudadanos que tendrán que decidir y elegir a quien se comprometa a mantener la paz en este país y a reconciliar a todos los colombianos.

Esperamos que se llegue pronto al acuerdo final y estamos seguros que así será, porque Santos ha tenido la paciencia, testarudez y astucia que no tuvieron todos sus antecesores para lograr este resultado, no obstante que ninguno tuvo que soportar enemigos tan férreos como los que ha tenido este gobierno y este proceso de paz.

El feroz ataque de estos enemigos de la paz para mantener el satus quo, su incontrolable sed de venganza, su indiferencia y cinismo ante los muertos, los desaparecidos, los desplazados, los falsos positivos, nos han revelado su aterradora falta de humanidad y de grandeza ante una nación que les ha dado todo y que los necesitaba aportando para construir un país para todos, o al menos callados por la vergüenza ante la responsabilidad de sus deshonrosos actos.

Por ello y con más razón, a pesar de que la mayoría de quienes le decimos SI A LA PAZ no somos santistas y nos reservamos el derecho a disentir sobre muchas actuaciones del actual gobierno, esta y las futuras generaciones tendremos que reconocer y agradecerle a Juan Manuel Santos el haber logrado el fin de este conflicto.


Margarita Obregón






19 de junio de 2016

Fútbol, no solo una pasión

Por estos días, con el variado menú de fútbol que tenemos con el final de la Copa Águila, la Copa América y la Eurocopa, es fácil comprobar que este deporte no solo es pasión, no solo es el mejor espectáculo del mundo sino un lenguaje universal que hace aflorar idénticas emociones en los deportistas y en los hinchas de todas las latitudes.

Basta con mirar en los campeonatos mundiales, los estadios y las plazas de las principales ciudades de cada continente llenos a reventar de hinchas que celebran el triunfo de su selección o lloran por su eliminación, para comprender sus reacciones porque ya sean ingleses, italianos, brasileros, japoneses, marroquíes o argentinos, nos identificamos con sus sentimientos porque los vivimos en carne propia frente a los aciertos y fracasos de nuestro equipo del alma, siendo inevitable pensar en medio de tanta carga emocional que de verdad todos somos iguales.

Hinchas españoles

Y esa comunión de sensaciones provocada por el fútbol se da no solo con personas de cualquier raza si no de cualquier edad, condición o género. Es el caso de las mujeres que ya nos metimos en un campo antes exclusivo de los hombres para opinar, sufrir, disfrutar y celebrar desde nuestra perspectiva y en su compañía.

Y lo más curioso es que con el fútbol se superan, así sea por momentos, los más enconados odios y los enemigos acérrimos encuentran un lugar común. Y si no pregúntenle al presidente Maduro y a Leopoldo López si apoyaron o no a su selección en el partido contra Argentina.

Y además de esa identidad que genera con personas que ni en nuestros sueños llegamos a imaginar es fácil ver en este juego valores que reclama con urgencia nuestra sociedad como la autenticidad, la fraternidad y el liderazgo.

Nada más genuino que las reacciones de los futbolistas en la cancha ante un gol, errar un penal, un triunfo o una derrota. A quién no le llegaron al alma las lágrimas de Farid Mondragón ante la eliminatoria de Colombia en el mundial de 1998 o el desconsuelo del volante peruano Christian Cueva quien falló el penal decisivo que eliminó a Perú de esta Copa América.
David Seaman consuela a Farid Mondragón

Y ni qué decir de los gestos de solidaridad que se producen entre los rivales. En ese mundial del 98, afloraron nuestros mejores sentimientos cuando vimos a David Seaman, el portero inglés consolando a Farid, y la prensa peruana se conmueve hoy con los gestos de Edwin Cardona, David Ospina y Juan Guillermo Cuadrado, quienes dejaron a un lado el festejo por el triunfo de Colombia, para darle ánimo al peruano Cueva, por el fallido penal.

Y las lecciones que nos deja de liderazgo y manejo de grupos darían para crónicas y libros enteros como los del argentino Jorge Valdano, uno de los más apetecidos conferencistas en el mundo empresarial, llenos de enseñanzas no solo para los líderes si no para la vida misma, basados en su experiencia como jugador y técnico de fútbol. O como la biografía y los vídeos del catalán Pet Guardiola, que ruedan con mucha frecuencia en las reuniones de liderazgo de las diferentes empresas como referente de los más encumbrados CEO´S por su especial relación con los integrantes de su equipo y la disciplina que les impuso para obtener esos ya insuperables resultados del Barcelona Fútbol Club.     

El trabajo en equipo que se consigue en este deporte para alcanzar su meta (meter goles, ganar) es la envidia de todas las organizaciones que no logran alinear a sus diferentes áreas en un mismo objetivo, así como la evidente renuncia a los lucimientos individuales por el brillo del equipo, que haría evolucionar cualquier tipo de sociedad.

Muchos dirán que este exceso de fútbol en Colombia es por aquello de “pan y circo”. Por el contrario, ante la urgente necesidad que tenemos de reconstruir el país que soñamos de manera colectiva, es mucho lo que podemos aprender del balompié.

Nuestro desafío es trasladar sus valores no solo al mundo empresarial si no a nuestra sociedad.

Margarita Obregón







29 de mayo de 2016

Bogotá, peor para todos

Quienes votaron por Enrique Peñalosa para Alcalde de Bogotá, han pedido en el transcurso de estos meses que le demos tiempo para desarrollar su programa de gobierno antes de criticarlo por todo.

A la fecha son varias sus polémicas decisiones y sus desaciertos que han sido ampliamente comentados y debatidos a través de diferentes medios de comunicación y en especial en las redes sociales donde sus defensores y contradictores libran una verdadera batalla campal.

Y por qué no decirlo, es que el Alcalde ha dado papaya para las críticas: sus innecesarias mentiras sobre sus títulos de doctorado y maestría ya elevadas a la categoría de delito y su polémica propuesta de urbanizar la reserva Van der Hammen, por nombrar solo 2 de sus embarradas, ya de por sí hubieran sido suficientes para pensar en su renuncia o revocatoria.


Lo hemos observado con paciencia, pero frente al Plan de Desarrollo, Bogotá Mejor para todos (2016-2020), presentado por su administración y aprobado en primer debate del Concejo, es imposible callar.  

En este Plan están los artículos que permiten llevar a cabo el proyecto del metro elevado, la enajenación de las acciones de la ETB y el pago por transitar en pico y placa, entre otros, que entrarían en vigencia si la plenaria del Concejo lo aprueba.

Sobre el metro elevado ya la Contraloría ha dicho que no debería contar con vigencias futuras, ya aprobadas por el Concejo, pues ellas solo se pueden autorizar para obras cuyos estudios “incluyan la definición de obras prioritarias e ingeniería de detalle”, algo que en este momento aplicaría pero para el metro subterráneo, ya que la propuesta de metro elevado no cuenta con ingeniería de detalle. O sea que el sueño de metro para Bogotá no pasará de ser eso, y nos quedaremos sin la columna vertebral de la solución para el problema de movilidad de la ciudad.

Con relación a la venta de la ETB, la misma Contraloría indica que el Distrito no ha presentado un estudio serio que analice los diferentes escenarios antes de decidir la enajención de sus acciones y este ente de control examina de forma detallada la situación de la empresa encontrando muchas fortalezas en ella. Da la impresión que la ciudad saldrá de un activo estratégico, con mucho futuro, por el solo prurito de la privatización y por la visión cortoplacista de aquellos políticos que solo piensan en brillar durante su periodo y no en el futuro de la ciudad y en el bienestar de sus habitantes.

Y el pago por transitar en pico y plata es quizá la medida que da la dimensión del Alcalde. Quienes salimos a las urnas para elegir alcalde de Bogotá, cualquiera fuera el candidato, teníamos en común 2 peticiones: arreglar el problema de movilidad y la seguridad ciudadana. Y esta medida no soluciona nada, sino que por el contrario agrava la situación en estas materias.

Nadie que tenga los recursos para pagar por transitar en pico y placa dejará de comprar un carro, y si con pico y placa para todos, esta ciudad se mueve a una velocidad mínima, imagínense la congestión de las vías de la ciudad con más carros, en medio de motos, ciclas y peatones.

Se trata de desestimular el uso de carro, no de darle gabelas a los más pudientes para que puedan transitar por la ciudad, impacientes pero en la comodidad de sus innumerables carros, sin tener que montar en “Transmilleno”. 

Y se trata también y por sobre todo señor Alcalde de hacer de esta Bogotá, una ciudad incluyente, con igualdad de oportunidades, con vivienda, salud, educación, recreación, cultura y transporte público para todos, desde Usme y Bosa hasta Suba y Usaquén, sin distingo de clases ni de bolsillos, sin discriminaciones, y no de una Bogotá para los que pueden pagar y otra para los que no pueden.

Si las cosas siguen como van, tendremos una Bogotá peor para todos: ricos y pobres atascados en medio del caos de movilidad y víctimas de la inseguridad exacerbada pues es bien sabido que la causa de la misma y de la violencia radican en la pobreza, la exclusión y la profunda desigualdad social.    
   
 
 Margarita Obregón







21 de mayo de 2016

La infame revictimización de Rosa Elvira

Hablar de Rosa Elvira Cely, aún duele por la forma como fue asesinada, tan brutal que según cuentan, los médicos que la recibieron en el hospital Santa Clara lloraron al ver el estado en que la dejó su violador.


Leer de nuevo los hechos ocurridos aquel 24 de mayo de 2012, causa tanto terror que son irrepetibles los vejámenes a los que fue sometida. Pero nada ha causado tanta indignación como la contestación de la demanda interpuesta por sus familiares, presentada por la Secretaría de Gobierno de Bogotá, que para lograr la exoneración de responsabilidad, alega la culpa exclusiva de la víctima, con esta infame conclusión: Si Rosa Elvira Cely no hubiera salido con los dos compañeros de estudio después de terminar sus clases en horas de la noche, hoy no estuviéramos lamentando su muerte.  


Para ONU Mujeres, este concepto constituye una expresión de tolerancia institucional a la violencia contra las mujeres basada en el género, lo que impide la realización del derecho de las mujeres a una vida libre de violencias, y obstaculiza su acceso a servicios integrales y de calidad, a la justicia y a la reparación.  

Las abogadas que contestaron la demanda dieron al traste con los avances que creíamos haber logrado en Colombia en materia de legislación contra la violencia de género.

No imaginamos qué estarían pensando estas funcionarias, mujeres como Rosa Elvira, que seguro habrán salido alguna vez con sus compañeros de trabajo y más seguro aún que se han codeado con uno que otro delincuente cuyo prontuario desconocen, en este país con tanto bandido suelto, para revictimizar con tanta crueldad a Rosa Elvira y para condenarnos a todas las mujeres colombianas a estar confinadas en nuestros hogares o sitios de trabajo para no ser violadas y asesinadas.

Lo único que imaginamos, es que llegaron a tamaño argumento con la excusa de defender el patrimonio estatal. Pero no tuvieron siquiera la mínima vergüenza de las otras entidades, Policía, Fiscalía y Secretaría de Salud, que al menos responsabilizaron de manera exclusiva al asesino cuando alegaron como eximente de responsabilidad la culpa de un tercero, no obstante que, según sabemos, todas las entidades del Estado fallaron. Unas por no haber encarcelado al asesino Velasco a pesar de que tenía una orden de captura y varias denuncias, y otras, por no haber atendido a Rosa Elvira en forma oportuna y adecuada luego de la brutal violación.

Pero ¿por qué llegamos a estos extremos? En una sociedad de altos valores donde la vida y la dignidad humana están por encima de cualquier otro bien digno de protección del Estado, lo obvio es que las entidades tanto públicas como privadas, reconozcan su responsabilidad y concilien con las víctimas.

Para las empresas que negocian en los mercados internacionales, ese es el estándar de actuación, porque negar su responsabilidad en un caso en que esté comprometido un derecho fundamental, les puede costar no solo su reputación si no afectar su valor de manera tan significativa que las lleve a la ruina.

Para las entidades del Estado con mayor razón, lo correcto es reconocer su responsabilidad pues está de por medio su obligación de proteger el derecho a la vida. Pero la mayoría de funcionarios públicos no están capacitados para ello.

Los abogados de las entidades estatales están preparados y se les exige defender a ultranza el patrimonio estatal, lo cual está bien, pero carecen de criterio y formación ética para actuar con justicia y equidad como es su deber, llegando al absurdo de no conciliar jamás con el indefenso ciudadano, así le asista la razón. Ellos inventan lo que sea para lograr su propósito, por más descabellado que suene el argumento como culpar a la víctima de su propia violación y asesinato.    


Quienes dirigen los entes de control, Procuraduría, Contraloría, Fiscalía, en lugar de estar haciendo política, o justicia mediática, o persiguiendo a sus legítimos contradictores, deberían estar alineando toda su doctrina y fallos para que en este país y en las entidades del Estado, al menos, prime la vida y la dignidad humana sobre el patrimonio, así sea el estatal, a ver si de una vez por todas empezamos a cambiar nuestra absurda escala de valores.

Margarita Obregón







15 de mayo de 2016

Qué hacemos para proteger a Imelda Daza

El atentado contra Imelda Daza el pasado 6 de mayo, fue la comprobación de que un país en paz como el que soñamos, no será posible ya que los enemigos de la misma, agazapados o de frente, ni han cambiado ni cambiarán ni les interesa que acabe el negocio de la guerra de donde proviene su poder. 

Y sentí mucha vergüenza con Imelda Daza por no poder ofrecerle después de tantos años un país mejor y mucha impotencia por carecer de los recursos y el poder necesarios para no perder de una vez por todas una colombiana ejemplar.

Imelda Daza. Foto tomada de El Heraldo


Y es que la historia de esta mujer conmueve por su valor, su inteligencia y su capacidad de perdonar.

Nació en Valledupar en el año 48, estudió economía en la Universidad Nacional en Bogotá, y una vez culminado sus estudios regresó a su natal Valledupar donde en la Casa de la Cultura, conoció a Ricardo Palmera también economista de las élites del Cesar, y junto con él y otros amigos fundó la Universidad Popular del Cesar, el movimiento cívico Causa Común, militaron en el Nuevo Liberalismo junto a Galán, Rodrigo Lara Bonilla, la “Cacica” Consuelo Araújo, y participaron en la fundación de la Unión Patriótica UP, movimiento que surgió en 1984 durante el gobierno de Belisario producto de la negociación con las FARC en ese entonces.

Imelda salió electa concejal de Valledupar en las elecciones de 1986, pero no pudo ejercer como tal ya que una semana después del lanzamiento de la UP empezó la violencia contra sus integrantes, con amenazas constantes, seguimientos ilegales, asesinatos sistemáticos, lo cual hizo que de siete concejales y un diputado electo en esas votaciones solo sobreviviera ella quien optó por el exilio.

Viajó primero a Bogotá donde José Antequera le mostró la lista de los próximos que serían asesinados en Valledupar, entre los que figuraban ella, Ricardo Palmera y todos sus amigos. Luego de llamar a Palmera para suministrarle esta información, salió con su marido y sus tres hijos primero a Perú y luego a Suecia donde permaneció en el exilio desde 1987.

 
Palmera optó por la lucha armada con las FARC y se convirtió en Simón Trinidad, encarcelado desde hace doce años en Estados Unidos.

13 de sus amigos murieron asesinados, junto con 125 militantes de la UP en el Cesar. La UP fue exterminada cobrando la vida de más de 3.000 militantes de izquierda, defensores de derechos humanos y líderes de diversas corrientes, asesinados por pensar diferente, por pretender la paz y la reconciliación de Colombia.

Imelda sobrevivió al exilio en ese frío pero desarrollado país dónde  educó a sus hijos y supo lo que es un estado social donde es real el respeto y la tolerancia. Allí sí logró ser concejal por el Partido Social Demócrata durante 14 años.

Como siempre soñó con volver, regresó en 2014 ilusionada por los vientos de reconciliación y participó en la contienda por la gobernación del Cesar con una serenidad envidiable, sin prevenciones o resentimiento. Basta ver su abrazo con el candidato del uribismo a la gobernación para comprender de qué está hecha esta mujer.

Y ocurrió entonces el pasado 6 de mayo el atentado, ante lo cual me pregunto ¿qué le vamos a ofrecer a Imelda Daza diferente a la lucha armada y al exilio?

Será que ¿la dejamos al arbitrio de los señores del CD, ahora de la resistencia civil contra los acuerdos de paz, para que la juzguen por “terrorista”, “guerrillera disfrazada de civil”, o del “frente intelectual de las Farc”, y con ello justificar el atentado?   

O ¿vamos a dejar su seguridad en manos de los generales de la República como el pacificador Rito Alejo o como aquel que pedía litros de sangre?

O simplemente dejamos que muera como un número más con el silencio cómplice de RCN y Caracol TV, dedicados por estos días a incentivar el odio a la guerrilla (eso del perdón y de la reconciliación no es con ellos) y a Maduro, o en las fauces de Julito y don Darío con sus clases matutinas de moral y ética en defensa de sus intereses, y para quienes el paramilitarismo, la Mano Negra y el Baile Rojo, no existen.
Imelda y su esposo Flavio. Foto tomada de El Heraldo

Si queremos ofrecer a todas las Imeldas y a todos los Palmera una opción distinta al miedo, al odio y al resentimiento que generan la violencia, nos llegó la hora de actuar a todos los colombianos.

Porqué sí, aquí todos somos responsables de la guerra y sus horrores, por nuestra indiferencia, por nuestra cobardía, por ignorar a propósito nuestra historia, por tolerar a los violentos, por hacernos los de la vista gorda, por perpetuar nuestros odios o por no tener el valor de detener a aquellos que, con sus mentiras, mala fe y desinformación han hecho de este país uno de los más violentos del mundo.

Si no hacemos un alto en el camino y detenemos a los perpetuadores de la guerra y a sus áulicos, si no los censuramos de alguna forma, este país es inviable.

Si no le ofrecemos a Imelda Daza Cotes una posibilidad y garantías para realizar sus sueños y repatriar a sus hijos a esta tierra que tanto ama, no tendremos una segunda oportunidad sobre la tierra.

Margarita Obregón








30 de abril de 2016

Neruda y Vargas Llosa: sentimientos que hacen la diferencia



Se dice que en la mesa y en el juego se conoce al caballero. Y yo diría que el alma de los seres humanos se conoce en las separaciones y divorcios.

Y esto lo confirma el novelón protagonizado por el escritor y Premio Nobel de literatura Mario Vargas Llosa, la socialité española Isabel Preysler y Patricia Llosa quien fuera su esposa desde 1965.

El peruano, luego de celebrar, en junio de 2015, sus 50 años de casado con Patricia en New York con toda su familia, acudió a la semana siguiente a la cena de Porcelanosa en Londres en compañía de Isabel Preysler, donde evidenciaron su romance y desde entonces no hay día que los medios de comunicación no publiquen noticias y fotos de la pareja en cuanta alfombra roja y evento del jet set internacional tenga lugar.


Una exposición mediática exagerada e innecesaria para un intelectual de su talla, que los concibo por sobre todo en compañía de sus libros, con una vida privada muy privada y que solo se dan a conocer al público a través de su obra.

Pero en fin, cada uno vive como quiere y hay romances de romances, infidelidades de infidelidades, y rompimientos de rompimientos. Y este me trajo a la memoria una de esas historias de amantes que me conmovió en mi juventud y que tuvo como centro la publicación de la primera edición de “Los versos del Capitán”.

En 1952 Pablo Neruda, aún casado con la argentina Delia del Carril, se encontraba en el exilio en Europa y vivía un apasionado romance con la chilena Matilde Urrutia a espaldas de su mujer.

Por cuenta de esa pasión, Neruda va escribiendo poemas en cuanto papel encuentra y los va enviando a su amante que los guarda como tesoro. Con el correr de los días y ante el valor literario de sus escritos, con la complicidad de Paolo Ricci y un círculo de amigos íntimos del poeta en Italia, deciden publicarlos como libro de autor anónimo que llamarían “Los versos del Capitán”.

Matilde Urrutia y Pablo Neruda

Esta primera edición de 44 ejemplares, tenía como introducción un texto hermosísimo firmado por Rosario de la Cerda (escrito por Neruda y Matilde) donde explicaba que aquellos eran poemas escritos para ella por un capitán que venía de la guerra española y que relataban su gran historia de amor.   

En noviembre de 1963, ya separado de Delia del Carril y consolidada su relación con Matilde Urrutia como su tercera y última compañera, Neruda reconoce la paternidad del libro y explica: ¿Que por qué guardó su misterio por tanto tiempo? Por nada y por todo, por lo de aquí y lo de más allá, por alegrías impropias, por sufrimientos ajenos.

Y después en “Confieso que he vivido”, sus memorias póstumas, cuenta:
La única verdad es que no quise, durante mucho tiempo que esos poemas hirieran a Delia, de quien me separaba. Delia del Carril, pasajera suavísima, hilo de acero y miel que ató mis manos en los años sonoros, fue para mí durante dieciocho años una ejemplar compañera.

Delia nunca perdonó esta infidelidad, pero siempre me conmovió esta historia, porque a pesar de la deslealtad que de por sí significaba el amor prohibido, estaba llena de respeto, de delicadeza y de compasión por el otro.

Y fue inevitable la comparación con el rompimiento de Vargas Llosa y Patricia. 

Luego de conocer el romance con Isabel Preysler por los medios de comunicación, Patricia explicó a través del Twitter de su hija Morgana que ella y el escritor seguían juntos:

Mis hijos y yo estamos sorprendidos y apenados... hace apenas una semana estuvimos con toda la familia en Nueva York celebrando los 50 años de casados y la entrega del doctorado en la Universidad de Princenton. Les rogamos respeten nuestra privacidad. 

Celebración de 50 años de casados del matrimonio Vargas Llosa

Días después el escritor la desmintió. Y siguió sonriente, enrostrándole su nuevo amor de página social en página social…

¡Sin palabras!

Hubiera preferido no conocer esta versión del indolente octogenario sometido a los flashes y a su vida del jet set como cualquier lagarto y haberme quedado con el Vargas Llosa de “La ciudad y los perros”.

Prefiero un rompimiento a lo Neruda que me haga llorar, no de la desilusión por conocer la mezquindad de su alma, sino porque perdería a un hombre en toda la extensión de la palabra y que además es capaz de escribir los más hermosos poemas que en lengua castellana se le puedan dedicar a una mujer. Para la muestra la primera estrofa de uno de ellos:

LA REINA

Yo te he nombrado reina.
Hay más altas que tú, más altas.
Hay más puras que tú, más puras.
Hay más bellas que tú, hay más bellas.
Pero tú eres la reina.
Cuando vas por las calles
nadie te reconoce.
Nadie ve tu corona de cristal, nadie mira
la alfombra de oro rojo
que pisas donde pasas,
la alfombra que no existe.


Margarita Obregón